Durante todo el mes de junio, en el marco del Mes del Medioambiente, el CONICET lleva adelante diversos proyectos científicos que buscan involucrar a la ciudadanía en la conservación de la biodiversidad. Estas iniciativas, que se enfocan en especies fundamentales para el control de plagas, la producción de alimentos y el sostenimiento de la fertilidad de los suelos, apuntan a superar los límites de los estudios ecológicos tradicionales a través de la colaboración de personas de todo el país.
Victoria Werenkraut, investigadora del Consejo, destaca que “hacer participar a la gente es hacerlos pasar a la acción. Aunque su colaboración pase por tomar una foto de una especie, hace que estén pendientes de observar lo que les proponemos los científicos. Ese hecho motiva un involucramiento en la protección del ambiente y genera impacto”.
Uno de los proyectos, liderado por Werenkraut, tiene como objetivo establecer un mapa de la distribución de las vaquitas de San Antonio en todo el país. Estos insectos cumplen funciones clave en los ecosistemas, pero su biodiversidad está disminuyendo debido a la pérdida de hábitat y el avance de especies invasoras.
Por otra parte, el proyecto “Vi Un Abejorro”, coordinado por Carolina Morales, trabaja en la conservación del abejorro nativo de Argentina, el mangangá (Bombus dahlbomii), que se encuentra en peligro de extinción. “La Ciencia Ciudadana va a aportar con los datos de la gente un mapa de distribución de las especies que al día de hoy pueden ser un insumo para comparar lo que se sabía de antes y lo de ahora. También una base para afrontar los futuros cambios”, explica Marina Arbetman, científica del CONICET que integra esta iniciativa.
Además, el equipo liderado por Luciana Elizalde y Sergio Lambertucci evalúa cómo aves e insectos utilizan los jardines privados urbanos, brindando información clave para comprender la función de estos espacios en la conservación de la fauna y el bienestar humano.
Estas prácticas de monitoreo comunitario, que involucran a diferentes perfiles de ciudadanos como apicultores y agricultores, permiten a los investigadores obtener datos actualizados sobre la dinámica de las especies y los cambios en los ecosistemas. De esta manera, se sientan las bases para el desarrollo de futuros programas de conservación.
Fuente: Conicet.gov.ar