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Apostaron por la frutilla agroecológica y las prácticas los salvaron de la sequía

Omar Medina y Javier Bautista son ingenieros agrónomos. Junto a su socio -contador- Jeremías Toffolo, apostaron por iniciar una producción agroecológica de frutillas usando insumos biológicos lo que les significó que, pese a la sequía y tropiezos en la siembra, cosechen y comercialicen con éxito.

“Cometimos errores de principiantes, pero no porque fuera un cultivo agroecológico, pero después de eso pudimos vender bien lo que cosechamos y agregar valor al descarte. A las frutillas chiquitas que le hemos agregado valor mediante mermelada, que permite conservarlas al menos seis meses para venderlas mientras la cosechada debe ser rápido”, explicó Omar Medina.

Como consecuencia de la sequía que marcó su histórico récord, a final del ciclo en el mes de diciembre se quedaron sin agua al igual que en los cultivos de tabaco junto al cual plantaron. Por ello hasta mayo no pudieron regar, sin embargo, las plantas sobrevivieron.

“Es un suelo con mucha materia orgánica que tiene los surcos por donde se echa el agua, está cubierto de una pastura y eso hizo que el agua infiltre en profundidad.  Además, las sombreaba a las frutillas, esas tres combinaciones hicieron que la planta sobreviva a la seca histórica”, precisó el agrónomo. “Así que seguimos en juego, las plantas están vivas, han empezado a dar frutos ahora. Hubieran podido dar frutos antes si las regábamos, pero no había agua”, agregó Medina.

La producción la plasmaron previo arriendo en el predio de Jonhnson Ingeniería, en la zona de Santo Domingo donde arrendaron.  Allí realizaron un manejo innovador para la producción, con ciertos cuidados desde el inicio de la plantación, pero también con algunos errores por falta de experiencia.

Si bien hay cosas clave, como la manera de plantar la frutilla desde la planta de raíz desnuda, lo cual tiene una receta y es que debe estar en manos de mujeres por ser más cuidadosas, Medina reconoció que erraron al contratar gente que desconocía por lo que se hizo mal por inexperiencia. Sin embargo, otras prácticas propias de la agricultura que pudieron plasmar en el cultivo les significó la diferencia de haber logrado cosechar pese a las condiciones climáticas adversas. De hecho, fomentar la profundidad del suelo, usar bien el agua y aumentar la diversidad para no usar agroquímicos, son principios que deben adaptar a cada campo.

“Generalmente el surco donde se riega es suelo descubierto, pero nosotros para aumentar la diversidad lo que hicimos fue poner una pastura en el surco y con eso hemos evitado que las hojas de frutillas se llenen de polvo, porque en la época seca se apestan con arañuelas, un ácaro”, detalló. Precisó que de ese modo evitaron que se llene de polvo, con lo cual encontraron que había más humedad atmosférica en las hojas, anulando la posibilidad de que se apesten de arañuelas, uno de los problemas comunes que suelen surgir en cultivos de frutillas.

Medina destaca que como el surco estaba cubierto con pastura de raíces profundas, cuando regaban o llovía el agua infiltraba bien hasta abajo, con lo cual el perfil se cargaba bien de líquido elemento. “Hace una diferencia grande”, ponderó.

Otra estrategia agroecológica utilizada fue la de dejar flores alrededor, al tratarse de una parcela de cuarta hectárea (ha) la rodearon con caña morada y flores de yuyo cubano. Además, el lote fue cortado a la mitad con una franja de flores, a modo de corredor biológico. Por otra parte, usaron “supermagro”, un biofertilizando foliar casero, realizado con leche, guano de vaca y cenizas, que fortalece la planta y se aplicó una vez cada semana, y luego cada diez días. Luego los cuidados implicaron saber de qué se enferma la planta y tratar de evitar esas condiciones.

Aclaró que si bien el monitoreo usualmente se hace para saber si se debe aplicar un insecticida, cuándo y cual usar dependiendo lo que se monitorea, Medina explicó que no estaba en agenda este tipo de aplicación por lo que no se monitoreaba con ese fin. Se hizo simplemente para saber qué épocas eran más adversas del clima, de modo de tratar de alivianar las plantas, lo cual se hizo básicamente con pasturas.

Cuando detectaban que necesitaban que le diera más sol a las plantas, simplemente las quitaban con motoguadañas. Sin embargo, aunque la cosecha se hizo más difícil al estar más cubiertas las plantas, pero la ventaja fue que éstas protegieron de los pájaros que suelen picar las frutas y por eso no hubo problemas en ese sentido.

El productor destacó que continúan cosechando, con lo cual no terminó la vida de las plantas, por lo que consideró que la productividad aún no pudo medirse y de hacerlo tampoco sería representativa, debido a que no se pudo regar como debía y hubo errores en la plantación. “Tuvimos un rendimiento bajo, sin embargo, hemos podido recuperar bien porque la gente busca mucho la frutilla sin agroquímicos, duraban mucho más”, detalló Medina destacando que tuvo buena venta. Precisó que para ello se hicieron estudios de durabilidad y comprobaron que dura bastante más que las otras siendo la misma variedad que se cultiva, “Camino real”.

“Que quede claro, el bajo rendimiento no es porque no le echamos químicos sino porque lo plantamos y regamos mal. Esas dos cosas son determinantes”, aclaró el productor.

En otro orden de cosas, estimó que el riego es un factor importante que en este caso no pueden revertir si no llega agua al canal, que se da porque hay poca afluencia al río y es algo que lo maneja el consorcio de riego siendo la prioridad el tabaco.

Sostuvo que el suelo estaba en buenas condiciones pese a que tenía en su haber alrededor de treinta años de uso para tabaco, ya que había pasado por un descanso de cinco años donde sólo se le pasaba rastra.

Acerca del mercado al que destinan esta producción de frutillas agroecológicas, Medida explicó que inicialmente se comercializó vía redes sociales porque no hay muchas bocas de venta, ya que la feria agroecológica de la Universidad Nacional de Jujuy (Unju) se hace sólo una vez al mes.  La venta fue exitosa porque ya cuentan con gente que conoce la propuesta y la busca.

Se midieron y comprobaron los resultados

Además, desde la Facultad de Ciencias Agrarias se hicieron trabajos de investigación de la diversidad de artrópodos, por lo que hace una semana se realizó un análisis de población de lombrices comparándolas con otras producciones de frutillas.

El resultado del estudio en cantidad y peso promedio de lombrices por hectárea (ha) en dos sistemas de cultivos de frutilla diferentes de marzo, 2023 es que con la frutilla con manejo agroecológico obtuvieron 2.355.556 lombrices, 2.000 kg, y 2.36% de materia orgánica, frente a un cultivo tradicional donde había cero lombrices y de materia orgánica 0,56 %.

Además, el riego se hizo 1 vez cada 3 semanas en otoño-invierno y 1 vez cada 2 semanas en primavera-verano, mientras que un productor tradicional riega casi todo el año cada 5 días.

“La idea era llevar a la práctica lo que uno viene estudiando, y es muy difícil hacerlo con un productor porque le cuesta innovar. Es comprensible porque ellos viven de lo que cosechan, y si algo amenaza la cosecha pone en riesgo su sustento, entonces no es que los productores no innoven, sino que lo hacen lento, con mucha prudencia”, explicó.

En su experiencia, buscaban experimentar porque no viven de este cultivo, pero si apostaron a la producción mediante un préstamo que deben cumplir y los impulsa a continuar produciendo, e ir con datos reales y no solo teóricos. Entonces debido a que había personas que necesitaban hacer tesis doctorales y necesitaban un cultivo frutillas sin químicos, se aprovechó y pretenden ir sumando conocimientos y prevén compartir los datos en el congreso de Agroecología de El Bolsón.

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