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El análisis de la huella de carbono en ganadería arroja bajo impacto

Durante un reciente cónclave de difusión de la cadena de la carne realizado en la capital salteña se develó el trabajo de medición efectiva de la huella de carbono que se hace de la actividad ganadera, y el proceso de esa producción del campo al plato. En la voz de representantes del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti) compartimos algunos de los puntos clave de éstas investigaciones.

El evento Punto de Encuentro fue organizado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA) en la Sociedad Rural Salteña y dirigido a estudiantes universitarios y de secundario, tendiente a promocionar y conocer la cadena de la carne a través de especialistas, deportistas e influencers. Los  ejes temáticos fueron el nuevo reto de la ganadería argentina  y la importancia de los   jóvenes; ganadería del futuro, nuevas tecnologías de insumos y procesos, el rol de las nuevas generaciones en las empresas familiares, la importancia de capacitarse; huella de carbono en ganadería: del campo al plato; impacto ambiental en el corto plazo. ¿Reducción o compensación?; la comunicación sectorial y la lucha contra el algoritmo; y la era de los influencers.

Sobre “Huella de carbono en ganadería: del campo al plato” inició el moderador Pedro Ibañez y luego expusieron la ingeniera industrial Leticia Tuninetti, su par Ingeniera Ambiental Raquel Cavagnaro, ambas de INTI; y el Ingeniero Ambiental y consultor privado, Juan Martín Lemos.

Al respecto Lemos explicó que a la hora de medir el impacto del cambio climático en una empresa o producción se busca contabilizar los gases de efecto invernadero, que son seis según el protocolo de Kioto, el óxido nitroso, dióxido de carbono, metano, perforo de carbono, hidróforo de carbono y hexafluoruro de azufre.

Recordaron que actualmente se miden muchas actividades, inclusive eventos y se estudia el catering, el consumo de papel etc. en festivales de música electrónica, por ejemplo, el Cosquín Rock y en el exterior el Lollapaluzza. A modo de ejemplo, Lemos explicó que se mide qué combustibles fósiles emiten estos gases, se analiza el transporte de los asistentes y de los artistas, los consumos de los grupos electrógenos, de leña, de materiales y también el impacto que genera dentro del suelo, etc. datos con los que se hace una estimación de lo que se genera.

Entonces sirve para determinar qué se puede generar en consecuencia, aunque en el caso de los festivales lo vinculado a la gente es difícil revertir en materia de consumos de energía por ejemplo se puede optar por incluir paneles fotovoltaicos para el próximo evento, planes de reciclaje de plástico, cartón, latas, etc.

Por otro lado se refirió a lo que significan los bonos verdes, habida cuenta que era un público de estudiantes, y precisó que se trata de instrumentos financieros que se crearon para reducir el número de emisiones. “Por ejemplo en ganadería,  el estiércol de la vaca en vez de tratarla una laguna anaeróbica, que así se dice y emite tantos gases, se lo reemplaza con un proyecto de biogás, que es una energía renovable y se puede aprovechar el biogás para su consumo. Con ese proyecto se pueden emitir bonos que pueden financiar ese proyecto”, precisó.

Sostuvo que básicamente sirve para incentivar a que los empresarios instalen paneles fotovoltaicos, sean eficientes en tus proyectos productivos y gestión de residuos. Si bien explicó que es un proceso muy largo y de pasos muy estrictos acceder a estos mercados, obtener los bonos permite financiamiento extra para seguir invirtiendo en proyectos productivos.

Analizan ciclos de vida de procesos o productos

En tanto, Raquel Cavagnaro, se refirió al análisis del ciclo de vida explicando que es una metodología de cálculos que permite saber los impactos de los productos durante todo su ciclo de vida del producto, proceso o servicio. Sostuvo que no solo miden huella de carbono sino otros impactos importantes que tienen efectos a nivel regional como tropicación, acidificación o adelgazamiento de la Capa de Ozono,  que también se deben medir.

“En el caso de Inti estamos trabajando mucho con el producto cárnico”, afirmó. Se hacen con base en unas guías de categoría de producto, que son instrucciones sobre cómo se deben hacer. Precisó que estas instrucciones son publicadas por un organismo internacional  que fija normativa a nivel mundial que tiene reconocimiento, se usan en otros países que permiten comparar los resultados que realizan.

Detalló que estos análisis de ciclos de vida se hacen de la cuna a la tumba, del campo hasta el consumidor, que llega hasta la disposición final de los residuos y también define la unidad funcional o declarada. Esta unidad para los bovinos sería el kilo de carne sin hueso, salida de frigorífico y cocinada, la que tiene el consumidor por ejemplo. Eso de modo que el resultado del estudio sería un kilo de carne bovina ya cocinada tiene tal cantidad de emisiones de huellas de carbono y todos los estudios se hacen de igual forma.

Las reglas para definir etapas del análisis

Las instrucciones les permiten definir las etapas de uso, de cocción y también qué impactos.  Las reglas de categoría de productos existen para analizar productos y, por ejemplo -detalló Raquel Cavagnaro- que para construcción existen 22 impactos y para la carne bovina son solo 8, que está incluida la huella de carbono.

El ciclo de vida lo analizó en tres partes. En el primero ubicó al campo, luego el frigorífico y el tercero, lo que ocurre desde allí hasta el consumidor final y la disposición. Dentro del campo interesa la gestión del estiércol y luego la alimentación de los animales. En el caso de ésta última instancia, cas emisiones que hay son por la producción de los alimentos, por lo que son emisiones por el uso de fertilizantes, por las tareas de laboreo y combustible; mientras, la última etapa de medición es la asociada a la alimentación de animales, que producen emisión de metano por fermentación entérica.

Durante el ciclo de vida de los animales en cada etapa tienen diferentes formas de alimentación, por lo que los medidores requieren para sus estudios el tiempo que toma esa etapa, el peso al inicio y al final de cada una; y cuáles son las raciones de alimentación diaria. En tanto, sobre la gestión de estiércol, se informa sobre la forma en que se gestiona, las condiciones climáticas y la emisión del suelo. “Estos dos grupos constituyen alrededor del 80 % de todas las emisiones del análisis del ciclo de vida”, y luego en otra etapa son menos por emisiones por uso de energía, combustible y el uso de efluentes.

Finalmente, Cavagnaro explica que por estudios anteriores se sabe que por un kilo de carne tiene 1,7 kg de subproducto y en ellos se debe distribuir las emisiones, donde la mayor parte se lleva la primera.  En la tercera etapa lo que importa es quien será el consumidor, e incluye el combustible, logística, mantener el producto en frío, el packaging y la forma de cocción. Además, se cuentan las emisiones de los progenitores y podría llegar a haber secuestro de carbono dentro del ciclo de vida, que en la producción de los alimentos dependerá de cómo se cultiva.

Leticia Tuninetti por su parte, explicó al respecto “para tener un kilo de carne cocinado en la mesa todo lo que hay aguas arriba, sería para tenerlo cocinado. Son procesos largos que requieren cantidad de insumos y de energía, que genera las emisiones que contabilizamos”. Detalló que eso les permite concluir por ejemplo cuánto es el impacto de un kilo de carne cocinado en la mesa del consumidor.

Planteó que vienen trabajando con Inta, que es el experto en campo, mientras Inti lo es en industria, por lo que juntos pueden analizar los productos agroindustriales. Recordó que por ello estudiaron muchos sistemas con distintas formas de alimentación: ganadería en campo y en feed lot. Sobre los números que vienen encontrando en Argentina  “y los valores rondan los 30 kilos de dióxido de carbono equivalente por kilo de carne”, precisó. Aclaró que al referir a dióxido de carbono también incluyen otros gases de efecto invernadero, metano y óxido nitroso.

Explicó que ese es un valor de referencia promedio y que para Argentina hace que sea muy competitiva respecto a la misma carne producida en otros lugares del mundo. Eso por la dieta con la que se alimentan a los animales, granos o pasturas implantadas y también pasto natural, que es el mejor porque no lleva insumos. Mientras, el implantado supone fertilizantes y agroquímicos que tienen impacto, aunque las que se usan en el país son bajas respecto a otros. Además, el suelo y clima ayudan y esa situación se suma a que tienen poco riego, lo que genera una huella menor.

Por otro lado, explicó que también estudian la carne de pollo que tiene un impacto que ronda 1,5 de dióxido de carbono equivalente por kilo de carne, aunque aseguró no es comparable con bovina, porque son ciclos productivos distintos.

 

 

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