Una investigadora tucumana capitalizó la investigación que encabezó durante décadas en Conicet y desarrolló una startup impulsando una joven empresa que logró inversión de EEUU y produjo un bioinsumo: Kunza Soja. Son bacterias extremófilas que permiten aplicar a la soja para aumentar el rendimiento y resistencia a sequía y se puede aplicar en suelos fértiles o más desafiantes.
“Vine a presentar una startup basada en el uso de bacterias extremófilas aisladas de los salares de la Puna para aplicación al agro. Más precisamente para un producto denominado Kunza Soja, que son bacterias extremófilas”, explicó María Eugenia Farías, bióloga tucumana e investigadora del Conicet en su visita a Jujuy, durante la última Experiencia Endeavor NOA.
Farías recordó que el origen de este impulso, ahora en el sector privado con la empresa Puna Bio, comenzó en su labor como investigadora de la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI) del Conicet, donde se desempeñó hasta el año pasado junto a sus pares microbiólogas, Carolina Befiore y Elisa Bertini, con quienes llevaba años trabajando en la Puna de Argentina y Chile donde empezaron a ver que las plantas crecían en los salares.
Comenzaron a interrogarse cómo lo hacían y fueron a los microbiomas. “Son las bacterias asociadas a las raíces que ayudan a esa plantas a crecer en los salares. Aislamos esas bacterias y basados en ellas desarrollamos un producto que se llama Kunza Soja, que ayuda a crecer a la soja, aumentar los rindes en forma muy sustentable y de forma muy consistente”, explicó.
Destacó que lo interesante del desarrollo es que se basa en la biodiversidad de extremófilos, concretamente de los Salares de la Puna de Catamarca. “A través del Tratado de Nagoya, al haber aislado estas bacterias de la Puna de Catamarca, parte de las regalías que produce este producto que es Kunza Soja, no vuelven solo al Conicet sino también a dicha provincia”, precisó la bióloga.
Detalló que la ciencia básica detrás de este proyecto es de veinte años de conocer la microbiología de los salares de la Puna. En tanto, la empresa tiene tres años y surgió en el Conicet, por lo que se licenció la tecnología de ese organismo de investigación, por la que participa en las regalías; pero también licenció la biodiversidad de la provincia de Catamarca.
Recordó que comenzaron con una pequeña inversión de Gridx, una aceleradora nacional, tras lo cual fueron a Silicon Valley, San Francisco, Estados Unidos donde se incubó durante ocho meses y lograron la primera ronda de inversión con la que construyeron un laboratorio único en su tipo en Latinoamérica. “Es un laboratorio de investigación para el uso de los extremófilos aplicados a biotecnología”, dijo y detalló que está ubicado en la Universidad San Pablo T de Tucumán, en las ruinas del ex Ingenio San Pablo. “Es algo metafórico porque en un ingenio en ruinas se está levantando el desarrollo biotecnológico con miras al futuro, de lo que hay que hacer en nuestro país”, agregó.
Por el desarrollo, Farías tiene cientos de publicaciones en revistas especializadas y colaboraciones nacionales e internacionales en su fase de investigadora. Es referente mundial en ecología microbiana, tiene múltiples reconocimientos como el Premio KONEX 2013 o L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” edición 2011, y libros focalizados en alturas de los Andes Centrales.
Ahora como científica emprendedora avanza con la empresa ya tienen patente del producto, un bioestimulante para el agro, y continúan desarrollando productos con base en extremófilos. Destacó en este sentido, que los salares no deben asociarse solo a litio sino a extremófilos, una gran biodiversidad que tiene valor potencial si se hace ciencia y este tipo de desarrollo. Hizo hincapié en que un bioproducto recibió gran inversión de EEUU y de Brasil, la trajo a Argentina, está en góndola y llegó al campo en su segunda campaña, de siembra de soja. Anticipó que el próximo año estará en Brasil y en dos años en EEUU, asumiendo que el valor de la biodiversidad no es solo ambiental sino desde el punto de vista tecnológico.
Impacto de su carrera
Otros logros de la investigadora tucumana, fueron los que proporcionaron la creación de aéreas protegidas en Argentina (Reserva provincial Laguna Socompa, Salta) y Chile (Declaración de Santuario de La Naturaleza en Tebenquiche) que protegen a los ecosistemas microbianos que habitan los salares.
Sus trabajos de puesta en valor y guías ambientales de ecología microbiana en los salares impulsaron la incorporación de estos ecosistemas en las líneas de base y estudios de impacto ambiental de muchos proyectos mineros en Argentina y Chile (LIEX, ALBERMARLE, SQM, entre otros).